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makumba

CUELGUE 0.2

CUELGUE 0.2

 

Otro día más pesándole esa inacción al despertar, ese pasar de una oscuridad a otra oscuridad. O él no soñaba acaso? Otro día para ir al gusano de metal a escupir unos cuantos acordes. Las cobijas se me movieron un poco y él tanteó con su pie izquierdo el piso de parqué.

Lo de siempre, una chocolatada y a la cancha, al mendigueo bissnes, otro mandingo en busca del mendrugo de pan; la interpretación por la moneda, la permuta sutil que rige ese mundo de horarios inquebrantables, silbatos desinflados y transporte de almas.

Las seis cuerdas afinadas y la vista transitando el más allá infinito de ciertas cegueras celestes.

Su antigua casa quedaba a escasas cuadra de la estación, las recorría de forma mecánica, bastón en mano. Solía arrancar con el servicio de las 7:07, toda gente de laburo semidormida que le prestaba atención de manera respetuosa, él tenía el extraño don de conocer el porque de esa moneda entregada: lastima, admiración ante la adversidad o simplemente trueque por un momento especial del día. Su repertorio estaba compuesto por esos temas populares carentes de tiempo, o sea, de ninguna época en especial.

 

 

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