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makumba

Fluir sin un fin, fluir...

Fluir sin un fin, fluir...

Y una noche baby tóxica volvió sola y pidiendo la escupidera. Me conecté en la frecuencia de la mente y allí estaba, como siempre fue directa y dijo si podía pasar por casa. Estaba claro que yo no esperaba nada pero movido por mi eterna inercia le dije de forma anestesiada que pasara, que no había problema.

Lo que yo no sabía era que ella estaba en trip y no tenía lugar donde quedarse.

-Makumba, me puedo quedar acá?

-mmmm, si no problemo.

-Tenes otro colchón?

-No.

-Ok, salgamos a dar una vuelta a la manzana, tengo uno.

Nos abrigamos, bajamos las escaleras y salimos, como siempre nuestra charla derivaba en los más diversos temas, baby tóxica era una chica realmente informada para la edad que decía tener. Conversamos mientras caminábamos las calles de mi barrio, yo moraba en la frontera, la calle 64 separaba lo que parecían dos realidades diferentes; por un lado toda la colectividad peruana y por el otro la típica clase media argentina. Era obvio que prefería caminar por la parte peruana, allí nadie me conocía y podía pasear de forma indiferente, y amparado en mi capucha, sin tener que fijarme si saludaba a alguien o no.

Ella estaba más contenta que lo habitual, y me empezaba a jugar un juego que le encanta a la mayoría de las mujeres cuando tienen el control: sondearnos, ver como reaccionamos ante frases que ellas creen atrevidas, hablar de sexo con la impunidad de quien tiene el monopolio de las acciones en ese terreno. A mi cada vez me importaba menos todo así que la pare en seco. A la menor insinuación le dije que se callara la boca y le di una palmada en el culo, pero está vez no le pegue de forma un tanto agresiva como solía hacerlo, lo hice con la fuerza adecuada como que me de una buena cuota de placer.

Ella se sorprendió y me lanzó una patada que acertó en el medio de mi upite, pero era obvio que le había gustado. Seguimos caminando y llegamos a mi casa.

Cuando entraba de esa forma en mi trance, unas de las cosas que más me proporcionaba placer era tocar el viejo bajo que me había regalado el tío de la Hicha (mi última pareja), a por él fui pero no lo conecte, decidí que quería escucharlo de forma acústica. Me serví un vaso de Fanta, baby tóxica se había comprado una cerveza y se entretenía con ella, y me sumergí en la música que pasaban en la radio. Ella se sentó enfrente mío y conversamos. Hasta que empezó de nuevo con el estúpido jueguito.

-Yo quería estar con Ale pero en casa estaba mi viejo.

Mi rostro se debe haber ensombrecido algo pero todavía mostraba una expresión apacible y tranquila.

-Cual es tu rollo bebe? Hablamos, me decís si podes venir acá y me decís que en realidad querías estar con otro quia? Que onda con vos?

Ella me miró de forma inocente y se sonrió. Yo seguí en lo mío pegándole fuerte a las cuerdas para escucharlas. Hasta que todo se cayó en pedazos y me di cuenta que estaba jugando bien mis cartas, que a veces la única forma de hacerse valer era siendo un autentico hijo de puta.

-Vamos a la pieza Juancito?

-Ok bebe…

Lo demás es obvio, entré en lo que yo llamo “la buena”, esos momentos en los que me dejaría alcanzar por la muerte, esa clase de instante que pensás: estoy en la cima, más no puedo subir, que todo termine aquí. Y la noche fue larga, baby tóxica estaba bien activada y sin lugar a dudas no quería dormir, yo hice todo lo que pude y lo que mi cuerpo me permitió, sintiendo unas profundas ganas de agradecer a mi demonio de la guardia; aunque justamente ese era su mayor patrimonio, nunca se haría presente ante mis ojos, siempre me cuidaría y brindaría sus favores desde la oscuridad del anonimato.

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