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makumba

LA HERMANDAD DEL CRIMEN PERFECTO

Se estaba por desatar otra batalla, las cabezas de los clanes estaban activas nuevamente; pronto los soñadores perderían, como siempre, su conciencia y se decidiría un nuevo período de mando entre dos de las tres especies que reinaban el planeta.
Remo era de estatura media, pelo castaño con algunas canas ya, ojos color de su estado de ánimo y una estructura corporal que tendía a mutar con cada luna llena (los rayos catódicos de la screena también incidían en él) a una tonificación ideal.
Hacía tiempo, principalmente desde sus dos últimas muertes, que sabía que era demonio por lo que su base de existencia culminaba en el clan perro. Intentaba no desconocer (o en el fondo no lo aceptaba demasiado) que su ser-espejo femenino se inclinaba a terminar en lado felino de la vida. La ecuación era bastante simple: sí eras angel la base masculina era gato, la femenina perro y viceversa al ser demonio. Así marchaba la inexorable batalla de evolución biológica y espiritual. Ese ser-espejo femenino era su refugio místico, su guía en determinadas enseñanzas; con ella la libido variaba como los cuerpos semi-humanos varían en los períodos de trances masivos.   
Ella se llamaba Glado y la había conocido en esa etapa que el solía invocar como de conocimiento y maximización de sus capacidades, justo durante la separación de una ángel-perra en los momentos en que estaba decidiendo el cariz de su parcialidad. Todavía recordaba esa primera vez que la vio, aunque ese ancla en su memoria no se correspondía con el devenir cronológico; ahora comprendía, ella, Glado, había sido guardia en su casa por eso la conocía de infinidad de otras vidas. La primera vez que la vio cruzar el portal ella estaba en esa etapa en que su cuerpo se afilaba y quedaba carente de grasa, los músculos tensos; características ligadas a la inmersión en trances a través de variados métodos. El pelo corto teñido de color fucsia, pantalones que seguramente habían pertenecido a alguno de sus protegidos y mochila roja; éste último elemento de su vestuario pertenecía al clan que mandaba en el portal por aquellos tiempos, allí podrían descansar las cosas más ilegales que nos podemos imaginar, tanto en el plano ordinario-humano como en el plano mago-nocturno. Dueña de una dentadura exacta, rasgo de un ser evolucionado, tenía la piel blanquísima manchada por exquisitas pecas y un andar que a Remo le parecía increíble y fantástico. Cuando la vio se quedó meditando: “que buena pendeja!”. Obvio que no era una pendeja, una parte de su percepción ya sabía reconocer determinados rasgos infranaturales.
Los amos estaban moviendo las fichas, Remo lo percibía en el vaivén de las mentiras que fluctuaban en su realidad, ese mundo inventado y sostenido por ellos con el fin de que los esclavos con ansías de liberarse no descubran el transfondo de las cosas. Sobre todo era época de velorios inventados. Él aunque no lo descifrara del todo sabía que el código de los amos se movía en ese tipo de soporte mediático: avisos fúnebres, grandes noticias que acaparaban las horas de transmisión televisiva y órdenes susurradas en los teléfonos. Cuando Remo pensaba en amos, pensaba en ángeles y en dios, seres claros de dobles vidas ordinarias y sobre todas las cosas falsos. Los demonios siempre tenían una sola posición ante la existencia, resistir, ante todo resistir.

Glado era mentirosa por naturaleza, pero cuantas de sus mentiras lo habían salvado sin que Remo se enterara, ese tipo de falso descuido tan común en ella. Él lo sabía de una manera torpe, por eso soportaba las burlas: cuando las animas invadían su lugar y cuando el se la encontraba “casualmente” en la calle. La última gloriosa vez el llegaba bien puesto, la había invocado todo el camino desde que había hecho el “trabajo”; por eso no se sorprendió al verla, estaba sola y bañada a su estilo gato, o sea, bien vestida pero con los modos de una villera.
Por siempre rotos los hermanos de la ruta. La reconoció y combinaron sus saludos sonidos-base. Claro que Remo debería asustarse, nunca sabía cual era el momento en que ella ya no quería estar con el, además su descanso era el mejor y más pesado. Pero así como comprendía que a veces no existían las coincidencias también entendía que eso, con el correr de los procesos, era ego puro para su maltratado estado de animo.
En que mentira andaría buceando ella? Remo por pertenecer al clan perro no le prestaba mucha atención, también sabía usar la falsedad sin dañar a nadie. Esa vez supo que la había vuelto a invitar. Entonces hablaron en el río sónico, ella cazando a sus victimas y el con las gafas de un demonio tratando de seguir el ritmo.

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